¿Se gana porque se tiene confianza? ¿Se tiene confianza porque se gana?
Difícil respuesta.
He conversado con jugadores que han pasado por una mala racha, y les he preguntado cómo creían que podían recuperar la confianza.
Su respuesta fue “ganando”, en general.
Yo, en cambio, soy de los que piensan que sin confianza resulta muy complicado triunfar. Por lo tanto, para mí ganar es casi siempre una consecuencia de la confianza que se tiene el deportista, lo que se traduce en un buen rendimiento, que le permite imponerse la mayoría de las veces.
Por supuesto que existen muchos otros factores que inciden en la victoria y la derrota, pero no son tema de esta columna.
Ahora bien, ¿qué es la confianza? Es la esperanza firme que una persona tiene de que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada.
También es sinónimo de seguridad.
He visto algunos juniors carentes de confianza, que no terminan bien los gestos técnicos. Creen que si impactan la pelota con menos potencia, y acortan la terminación del golpe para cuidar la bola, tendrán más posibilidades de que caiga dentro de la cancha.
Pero sucede precisamente lo contrario: al solo tocar la pelota y no terminar bien el gesto para no fallarla, se les va afuera pues la llevan poco tiempo en el encordado.
El error se debe, también, a que no aceleran la punta de la raqueta. Como consecuencia, le imprimen poco topspin a la bola. Es decir, no hacen girar la pelota hacia adelante lo suficientemente rápido como para que describa una trayectoria curva, lo bastante pronunciada como para asegurar la permanencia de la bola dentro del court.
Los sicólogos cuentan con muchas herramientas, para abordar un aspecto tan complejo como la confianza del jugador.
¿Y los profesores de tenis? ¿Cómo pueden trabajar ese tema?
El reconocido coach Daniel Spatz, da algunos consejos sobre ese punto.
Este experimentado entrenador argentino afirma que una manera de infundirle confianza al jugador, consiste en hacerlo practicar lo que le sale bien y no lo que realiza mal.
Tiene lógica ya que el coaching, tan de moda en estos días, postula algo similar.
Esta disciplina persigue potenciar virtudes y no corregir defectos, pues si se le dedican muchas horas de práctica a los puntos débiles de un tenista, por ejemplo, en el mejor de los casos va a alcanzar un nivel medio en ese plano.
En cambio, si se le potencian las virtudes, ese deportista se llenará de confianza porque su rendimiento será elevado, pudiendo llegar a ser excepcionalmente bueno en esas facetas.
El profesor Spatz también recomienda no criticar al jugador, sino darle soluciones para que resuelva los problemas que le plantea el rival de turno, durante los partidos de torneo.
La mayoría de las veces, las críticas y reproches aportan poco. Tienden más a destruir que a construir, hacen dudar de sí mismo a quien las recibe y socavan su autoestima.
La confianza es frágil, delicada. Por eso, se debe tener extremo cuidado con las palabras que se emplean.
No es lo mismo decirle a alguien “lo estás haciendo mal”, que manifestarle “puedes hacerlo mucho mejor”.
El lenguaje positivo le infunde confianza al deportista, porque lo hace tomar conciencia de su potencial y creer en sus capacidades.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com