Me gustó mucho lo que hizo Nicolás Jarry ante Frances Tiafoe, en el marco de su debut en el torneo Chile Open.
Me gustó tanto que vi el partido completo, sin despegarme un segundo de la pantalla.
Muchos me dirán que exagero, porque perdió.
Puede ser, pero hace rato que ya no me dejo llevar por los arrebatos, provocados por el triunfo o la derrota.
El servicio de Jarry funcionó durante todo el partido, sin intermitencias.
Su primer saque le reportó muchos puntos gratis, a través de una cantidad considerable de aces.
Su segundo servicio no solo estuvo sólido, sino que también causó daño.
Ahí radica una gran diferencia con otras presentaciones, en las que el saque no le permitía marcar diferencias.
Por otro lado, el tenista nacional se acercó a la red en reiteradas ocasiones.
Y lo realizó, a lo menos, de tres maneras distintas.
Haciendo saque y volea; con el approach o tiro de aproximación, y mediante la entrada desde el fondo de la cancha, cuando lograba generar el tiempo y espacio necesarios.
Pararse en la pista con esa agresividad requiere valentía. Arriesgó para imponer sus términos, sin miedo, y eso merece aplausos.
Entre los aspectos que aún requieren trabajo, según mi criterio, figura el jugar con margen.
Me parece que toma muchos riesgos, al apuntar demasiado cerca de las líneas, algo que lo lleva a cometer errores no forzados.
Lo segundo tiene relación con un mayor uso del slice, ya que el chileno lo utiliza solo de forma esporádica.
Este recurso permite cambiarle el ritmo al punto, ganar tiempo y no ser atacado.
Ésas serían las tareas pendientes, a mi entender.
Pero me quedo con todo lo positivo exhibido por Nicolás Jarry, que demostró que está recuperando su nivel y agregó recursos a su repertorio.
Y eso no es poco.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com