La cuarentena impuesta por el Coronavirus, ha hecho que nos pongamos creativos.
Con los clubes cerrados hasta nuevo aviso, y la obligación de permanecer en casa, hoy existen innumerables videos en las redes sociales de gente haciendo frontón, en cualquier lado.
Frontonean en el living, pero también en el jardín, contra una sábana bien estirada o un colchón.
Todo sirve, cuando se añora la sensación de pegarle a una pelota de tenis.
¡Resulta que el frontón se ha convertido en el mejor panorama!
Pero no siempre ha sido así
¿Cuántos hacían frontón antes de esta pandemia, que nos tiene confinados en nuestros hogares?
Pocos. Muy pocos.
Generalmente, el frontón era despreciado por ser sinónimo de aburrimiento. Pasaba vacío ya que estar solo, con la única compañía de una pared, no resultaba un buen panorama para nadie, parece.
Sin embargo, vale la pena el esfuerzo, pues el frontón tiene muchas virtudes.
De partida, es un compañero que está disponible a toda hora, no comete errores y jamás critica los nuestros. Tampoco hace grandes exigencias: solo se necesita una raqueta y una pelota vieja para jugar con él.
Además, permite practicar todos los golpes y direcciones. Se puede golpear solo de derecho o revés, de forma paralela. O cruzado, si se pega un derecho y un revés de manera alternada.
Lo mismo se puede realizar con la volea, si nos acercamos al muro. El remache y el saque, en tanto, tampoco escapan a las múltiples posibilidades del juego contra la pared.
El frontón desarrolla la regularidad entre quienes lo practican. Este aspecto no es menor porque en un partido, estadísticamente, se ganan muchos más puntos por errores del rival, que por nuestros tiros ganadores.
También contribuye al desarrollo de la concentración y disciplina, ya que permanecer largo rato casi siempre solo ante un muro, no es fácil. Hay que abstraerse de las distracciones que cruzan por la mente y enfocarse en la tarea, que consiste en mantener la bola sin fallar, durante el mayor tiempo posible.
Como si lo anterior fuera poco, frontonear les ofrece a los niños, la posibilidad de disfrutar de variados juegos y competencias colectivas.
Antiguamente, hacer frontón era algo que el profesor imponía, lo que los alumnos acataban sin chistar.
Y daba resultado, por cuanto los jugadores lucían una técnica depurada.
Espero que cuando volvamos a ser libres, no nos olvidemos del frontón
Es un amigo que estuvo, está y estará siempre dispuesto a jugar con nosotros, acompañarnos en el entrenamiento y ayudarnos a mejorar nuestro tenis, sin pedir nada a cambio.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com