Hace años, le mostré a un alumno una hoja en que había anotado los ejercicios que realizaríamos, durante su clase de tenis.
“¡Qué cuadrado eres. Tienes todo escrito!”, exclamó.
Su respuesta me sorprendió, descolocándome, porque esperaba más bien un cierto reconocimiento.
Por suerte, su reacción no logró desanimarme. Sigo convencido que ése es el camino.
Nadie me va a persuadir que un profesor de tenis, que imparte ocho clases en un día, por ejemplo, puede tener las ocho planificaciones distintas memorizadas a la perfección.
El objetivo, junto a la duración, intensidad y progresiones de los distintos ejercicios, forman parte de las numerosas variables a considerar por el entrenador, cuando organiza una clase particular.
Por lo tanto, me resulta difícil imaginar que se pueda retener mentalmente, todo ese cúmulo de información.
Muchos creen, como mi alumno de hace algunos años, que anotar lo que se hará en el transcurso de una sesión refleja rigidez.
Incluso, otros aseguran que registrar en un cuaderno lo que se realizará, revela falta de seguridad en los conocimientos y capacidades, ya que el coach se apoya en lo que tiene escrito.
Por supuesto, no concuerdo en absoluto con esa apreciación.
Para mí, planificar es sinónimo de respeto, dedicación y profesionalismo.
Un profesor que dicta una cátedra en una universidad, estructura sus clases y consulta sus apuntes mientras las imparte.
¿Por qué no puede hacer lo mismo un entrenador?
Cuándo nos inscribimos en cualquier curso, el docente entrega un programa.
Considero que el profesor de tenis, también debería proporcionarle algo semejante a quien contrata sus servicios, ya que la persona tiene derecho a conocer la temática de las futuras sesiones.
De lo contrario, pareciera que todo queda librado al azar, o a la improvisación.
Los médicos, por su parte, confeccionan una ficha de cada paciente.
Sería bueno que el entrenador tuviera una iniciativa similar. Las fortalezas y debilidades del pupilo, sus progresos y resultados en los torneos, entre otros, podrían ser los parámetros consignados.
Pienso que también es buena idea, filmar al jugador cuando recién comienza con las clases. Y repetirlo unos meses después, para que los avances queden documentados.
La planificación de una clase particular optimiza el uso del tiempo durante su desarrollo, permite que sea variada y, además, entretenida.
Así, el alumno se encontrará siempre motivado, lo que facilita enormemente el proceso de aprendizaje.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com