Algunos creen que, cuando se vuelva a una cierta normalidad, el deporte al aire libre vivirá un auge.
Es más, apuestan a que por la amplia distancia existente entre los jugadores, el tenis verá crecer de manera significativa el número de sus cultores.
Ojalá sea así por el bien de los profesores, y de todos aquéllos que se ganan la vida en torno a esta disciplina.
Otros, en cambio, vaticinan que la profunda crisis económica imperante, obligará a la mayoría de las personas a gastar solo en lo esencial, por lo que el tenis y otras aficiones quedarán de lado un tiempo más.
Nadie está en condiciones de asegurar qué ocurrirá.
Lo que suceda, finalmente, respecto a estos dos posibles escenarios escapa a nuestra voluntad, por lo que se inscribe dentro de lo que no podemos controlar.
Tampoco podemos incidir, por ejemplo, en el viento; los tiros y comportamiento del rival; el sol, o el estado de la cancha, situaciones que también figuran entre lo no controlable.
En contrapartida, sí somos capaces de controlar un gran número de aspectos relativos al tenis, además de nuestros propios golpes y despliegue físico.
El problema es que, muchas veces, no tenemos plena conciencia de eso.
Entre las muchas las variables sobre las que tenemos control, algunas de las cuales citaré a continuación, se inscribe la puntualidad.
El chileno, casi siempre, evidencia serios problemas para llegar a la hora.
El que se retrasa no solo le falta el respeto a su partner, sino que lo priva de aprovechar la hora completa de juego, si se encuentran en un club con alta demanda.
Estimo que la tolerancia constituye también un buen punto sobre el que reflexionar, durante esta cuarentena.
La paciencia se puede aplicar tanto a los errores propios, como a los de nuestro compañero de entrenamiento o doble.
La tolerancia resulta necesaria en ambos casos, ya que no es posible pensar con claridad, ni solucionar nada, en medio de la frustración y la rabia.
Otro aprendizaje importante, durante este período, podría ser el atreverse a reconocer los méritos del oponente.
Hacerlo sin inventar excusas no menoscaba, ni humilla. Al contrario, demuestra humildad y nobleza, enalteciendo a quien lo realiza.
No siempre nos derrotan porque jugamos mal. A veces el adversario es, simplemente, mejor.
Pero cuesta darse cuenta de eso.
Permanecer en silencio durante el partido, sin recriminarse por cada error, se presenta como otro desafío a abordar en este proceso de toma de conciencia que propongo.
La idea es que aprovechemos esta detención obligada, para implementar cambios de conducta, que nos permiten volver a la práctica del tenis siendo mejores que antes de la pandemia.
Cada uno sabrá en qué área focaliza sus esfuerzos.
Los progresos a nivel personal se inscriben dentro de lo controlable.
Así que los cambios de actitud dependen de nosotros.
Solo de nosotros.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com