“He abusado de mi talento y no me he dedicado a entrenar”, afirmó recientemente el tenista nacional Bastián Malla, a un medio de comunicación especializado.
Pocas veces se lee una confesión tan honesta.
Lo más común es que el deportista enumere una extensa lista de excusas, que buscan convertir en culpables de sus errores y derrotas a otras personas, o a las circunstancias, liberándose así de cualquier responsabilidad.
Creo que la autocrítica escasea en todos los ámbitos, ya que estamos equivocadamente convencidos que reconocer un error resulta aún peor que cometerlo.
La autocrítica refleja madurez, y surge como consecuencia de una reflexión sincera y profunda.
Pero hoy, en una sociedad que exige estar siempre en acción, porque de lo contrario pareciera que se pierde el tiempo, las oportunidades para pensar con calma no abundan.
Soy de los que opina que la autocrítica y la reflexión, son hábitos que los profesores de tenis deben inculcarles a sus alumnos.
Considero que Malla puede ser calificado como un jugador talentoso.
Sin embargo, también estimo que el talento está sobrevalorado.
Si me dan a elegir entre talento y disciplina, me quedo con lo segundo sin dudarlo un instante.
Mi preferencia se basa en que un jugador disciplinado, con condiciones normales para el deporte, cuenta con posibilidades de conseguir sus objetivos.
Pero, si se trata de un tenista virtuoso al que le falta disciplina, fracasará casi con total seguridad.
Además, por lo general, solo se nace con talento para un área específica. La disciplina, en tanto, puede aplicarse a todos los ámbitos de la vida.
Ahora, cuando se juntan talento y disciplina, el camino al éxito está pavimentado.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com