A propósito de lo que comentas respecto a la disposición a entrenar ¿Cómo era Ríos en ese aspecto?
“En la época de Marcelo se entrenaba todos los días y lo particular, se trabajaba aparte. De hecho de niño llevaba el tenis en la sangre y como era chiquitito, cuando jugaba en la categoría de su edad, terminaba con sangre en su nariz. Muchas veces le dije que descansara un par de días, pero regresaba de inmediato a entrenar o saltaba la reja y se iba al frontón”…
Entonces era verdad esa historia que de su casa saltaba a la cancha…
“Es verdad, de hecho nunca entró por la puerta principal, le daba lata dar la vuelta. A modo de anécdota, la pared de su pieza tenía pelotas marcadas. Incluso en verano me tocaba jugar campeonatos y después de jugar me iba a la piscina a pasarlo bien y a las tres de la tarde estaba Marcelo a pleno sol jugando partidos a cinco sets con Sergio herrera quien era su compañero de dobles. No se lo decía, era iniciativa propia de él. Lo único que le daba lata era la preparación física hasta que lo tomó Manolo Astorga y ahí como que le tomó el gusto a ese tema, pero en tenis tenía una actitud extraordinaria”.
¿Qué pensaste cuando lo viste por primera vez?
“Recuerdo que trabajaba con Julio Linay quien había trabajado en el Stade Francés y lo comparaba con Hans Gildemeister, los encontraba similares. En esa final del Nacional que te conté ante Víctor Awad en Viña, sin que le dijera nada se iba a la red con globo y buscaba volea. Tenía una inteligencia extraordinaria, con una cabeza muy buena. No sé cómo botó tantos partidos después como profesional”.
¿Alguna hipótesis?
“Creo que en ese periodo de sus inicios en menores no habían mujeres, cerveza ni cámaras de televisión. No estaba la prensa encima. Ni Jorge (Ríos) ni Alicia (Mayorga) jamás lo presionaron, era otro contexto. Recuerdo que en 1987, Nano Zuleta hizo un grupo con los mejores y les dio charla a todos los papás en la Federación. Después de la misma Jorge me dijo: a mí me da lo mismo si Marcelo llega a ser profesional, si va a jugar o no, lo que quiero es que se entretenga. Esto fue llegando a Santa Rosa de Las Condes, me acuerdo claramente de ese momento”.
Su madre estaba más indecisa de ese hecho…
“Una vez le estaba haciendo una clase particular a Alicia y Marcelo estaba empezando a figurar en menores de 12. Me dijo que Marcelito no iba a ser tenista y que ella quería que estudiara. Nunca pensamos que iba a llegar al número uno, pero si tenía algo claro: con su personalidad iba a hacer lo que él quisiera”.
¿Es fácil de llevar Marcelo?
“Conmigo cero problemas, la relación con él fue fácil porque le gustaba mucho el tenis. Cuando te gusta algo es todo simple, tienes mejor disposición, haces caso, pero cuando un niño esta forzado se frustra fácil y eso nunca sucedió con Marcelo: perdía y al día siguiente ya estaba entrenando, lo llevaba dentro”.
¿Qué pasó después del número (1998) uno entonces?
“No sería objetivo mencionarlo de mi parte, porque ya no trabajaba con él. Creo que no estaba preparado para la fama.”.
Alguna vez, Paul Dorochenko (preparador físico de Federer en sus inicios) me dijo que RF “era un payaso” pero logró trabajar con él y lo llevó a ser uno de los mejores de todos los tiempos…analógicamente ¿cómo era tú día a día con el “chino”? ¿Complicado?
“Había harta comunicación. En los breaks iba a la casa a buscar un sándwich y regresaba a verme. También jugábamos futbol, se ubicaba en arco de hockey y le pateaba la pelota 45 minutos. Como no estaba casado ni tenía hijos me sobraba el tiempo para estar con él”.
Continuará…
Por: Rodrigo Sánchez