Hace unos días hablaba con un amigo entrenador sobre como algunos comportamientos o estilos que adoptamos en los entrenamientos pueden influir en la motivación y bienestar del deportista. Concretamente, él me comentaba que durante los entrenamientos con una jugadora había decidido aumentar su autonomía, dándole un mayor protagonismo en la elección de las tareas a realizar durante el entrenamiento y esto había hecho que la jugadora estuviese más motivada y había aumentado su bienestar. Esto no quiere decir que fuera la jugadora la que dirigía el entrenamiento, sino que dentro del esquema de sesión que el entrenador había preparado, la jugadora tenía libertad para proponer alguna modificación en los ejercicios o proponer alguno distinto en función de sus sensaciones, estado mental, estado físico etc.
La verdad es que me pareció una conversación extremadamente interesante porque en muchas ocasiones no es fácil tener claro qué estilo de liderazgo adoptar, ya que éste va a depender de las características de la situación en la que nos encontremos, de las características del jugador, y del objetivo que estemos persiguiendo (para saber más sobre esto ver “Modelo Multidimensional de Liderazgo de Chelladurai). Tras hablar de ello, me vino a la mente un estudio que había leído semanas atrás, que hablaba precisamente de qué comportamientos del entrenador aumentan el bienestar de sus jugadores.
En este estudio la profesora de la Universidad de Valencia Isabel Balaguer y su grupo, consideraron dos estilos de liderazgo, uno de apoyo a la autonomía, donde el entrenador tiene en cuenta la opinión de los deportistas y fomenta que participen en la toma de decisiones, y otro de control, donde el entrenador tiene una mayor autoridad y él es el responsable de la toma de decisiones. En función del tipo de estilo adoptado por el entrenador, analizaron cómo podían influir las características de cada estilo en el bienestar de los jugadores.
Según este trabajo las 8 características que tenían una influencia positiva en el bienestar de los jugadores son las siguientes:
1. Adoptar un estilo que favorezca la autonomía de los jugadores va a aumentar su autoestima y va a reducir el riesgo de abandono deportivo.
2. Los jugadores tienen que sentirse comprendidos y valorados, proponiéndoles ejercicios y actividades que les resulten atractivas y significativas.
3. Hay que ayudar a que los jugadores confíen en su habilidad para hacer las cosas bien, tanto en entrenamientos como en partidos.
4.- Animar a los jugadores a preguntar sobre las actividades en las que están participando y tratar de responderles de con detenimiento y atención.
5.- Entender cómo se sienten e intentar estar seguro de que los jugadores entienden los objetivos de las actividades que proponemos.
6.- Evitar dejar de mostrar afecto o atención cuando los jugadores no van en la dirección que queremos.
7. Evitar distanciarnos o dejar de apoyarlos cuando los jugadores no ven las cosas como nosotros, o no están jugando bien.
8. Evitar ser excesivamente controladores ya que esto puede hacer que se reduzca su autoestima y se incremente el riesgo de abandono.
Todos tenemos claro que uno de los grandes beneficios que el deporte puede aportar a nuestros niños y jóvenes es el bienestar psicológico que provoca, sin embargo, cuando empiezan a competir este bienestar psicológico frecuentemente se vuelve en malestar, debido a la presión que los chicos perciben. En muchas ocasiones esta presión depende del ambiente que creamos los entrenadores y padres, por tanto, creo que es importante que percibamos el deporte formativo como una herramienta de aprendizaje y de mejora de la salud tanto física como psicológica y no nos dejemos llevar por la vorágine de las competiciones tratando a nuestros niños como pequeños profesionales.
Si cambiamos los roles igual entendemos un poco mejor como se pueden sentir nuestros chicos…