La última serie de Copa Davis nos lleva a contrastar dos corrientes analíticas: por una parte los moralistas y por otro lado, los resultadistas.
En ese contexto, rescatamos el esfuerzo realizado por nuestros jugadores, de adaptarse a las condiciones climáticas, de la superficie y las pelotas utilizadas exclusivamente en este enfrentamiento, situaciones que se amoldaban a las necesidades del equipo colombiano y terminó transformándose en un efecto “boomerang” que fue evitado por la sagacidad y astucia de un Santiago Giraldo que colocó toda su experiencia sobre la pista y terminó imponiendo sus términos ante Jarry y Garín.
Sin embargo, acuñó el viejo adagio futbolero que afirma que “jugamos como nunca y perdimos como siempre”. Aterrizo este término al hecho de que en definitiva lo que prima es el resultado y nos hemos quedado con las manos vacías y eso lo sabe un deportista triunfador como Nicolás Massú que competitivamente quiere ganar en cualquier cancha y ante cualquier rival.
Siento que el conformismo nos lleva a sentir que la “Expedición Medellín” fue una buena experiencia, se sacaron conclusiones muy valiosas respecto a lo realizado por nuestros jugadores, pero quedo con la sensación de que se puede hacer más, de que podemos luchar por cosas grandes y para eso debemos concentrarnos en buscar dar el paso cuantitativo.
Hoy tenemos la materia prima para concretar ese ansiado sueño de contar con al menos un singlista “clase A” para el representativo nacional de Copa Davis y seguir potenciando a los que vienen de abajo. Entiendo que ello depende en gran medida de un tema monetario, pero a nivel competencia se puede adaptar la planificación y el objetivo. La prospección de escenario me lleva a creer que se puede apuntar a los torneos ATP 250, independiente del hecho de morir en el intento. Son apuestas y como tal, hay que colocar las fichas sobre la mesa para buscar dar el golpe.
Con esto no quisiera destruir lo realizado en Colombia, pero el quedar con gusto a poco, con la convicción de que se pudo hacer más, nos lleva a soñar, a creer y proyectar. No pongo en duda que estuvimos cerca…pero las ilusiones se terminaron esfumando y nos quedamos con las ganas de ver a Chile disputando un nuevo repechaje para ascender al Grupo Mundial.
Por: Rodrigo Sánchez