Hans Podlipnik-Castillo es el Nº 43 del mundo en la especialidad, habla cuatro idiomas, está en su mejor momento y opina que jugar contra la Argentina es un sueño; “no tenemos nada que perder”, dice
Hans Podlipnik-Castillo, la raqueta número 43 del mundo en dobles, se siente un ciudadano del mundo. Nació hace 30 años en Lo Barnechea, una comuna en las afueras de Santiago de Chile. Su padre, Johann Podlipnik, es austríaco, fue futbolista de Salzburgo e instructor de esquí; fue en una temporada de nieve en el país trasandino donde conoció a María Cristina Castillo. Se enamoraron y tuvieron tres hijos: Sebastián y los mellizos, Soledad y Hans, que antes de convertirse en un peligroso especialista en dobles del tour y en una pieza valiosa del equipo de Copa Davis que capitanea Nicolás Massú [rival de la Argentina, el 6 y 7 de abril próximo, en San Juan, por la 2ª rueda], debió navegar las olas más dificultosas para poder desarrollarse, primero, y conseguir vivir del tenis, después.
“A los 18 años me llegó un momento en el que tuve que decidir qué hacer porque, como dicen ustedes los argentinos, no tenía un mango y tenía presiones familiares para que fuera a estudiar a los Estados Unidos. Pero yo tenía el sueño de ser tenista profesional”, le dice Podlipnik-Castillo a la nacion, en un rincón del ATP de Buenos Aires, donde compite en pareja con Andrei Vasilevski, de Belarús. Y sigue relatando: “Le escribí como a 300 clubes de Europa para tratar ser contratado para Interclubes. Tenía pasaporte europeo y era una ventaja. Me metía en las páginas de las federaciones de cada país, veía los clubes y les mandaba correos ofreciéndome, hasta que conseguí que me contrataran. Llegaba a Europa y tenía 200, 300 dólares en la cuenta, no más. Así estuve por años. Fueron tiempos estresantes porque no quería lesionarme, jugaba con miedo. En España llegué a vivir almorzando y cenando una baguette sin queso ni jamón, que costaba 50 centavos. Tuve muchas dudas y pensaba si realmente valía la pena seguir. ¿Qué me hizo continuar? La pasión, la pasión por el tenis. Además, siempre soñé con viajar por el mundo, conocer culturas y abrir mi cabeza. Ese fue mi impulso”. Además de español, Hans habla en inglés, italiano y alemán.
El Chino, un ídolo
Podlipnik-Castillo detalla que se formó tenísticamente durante la etapa de transición entre Pete Sampras y Andres Agassi con Roger Federer y, obviamente, Marcelo Ríos. “El Chino fue ídolo de todos los chilenos. También veía mucho a James Blake, a Massú, a Feña González. Y seguía a la Legión dorada de los argentinos. Hice un esfuerzo grande para crecer como deportista y estar jugando hoy a este nivel es un sueño”, reconoce el chileno que, a los 18 años, tuvo una experiencia inusual: lo invitaron a dar clases de tenis en el penal de Punta Peuco. “Es una cárcel con militares presos implicados en asuntos de derechos humanos de la época de Pinochet. Yo no sabía al principio, no entendía bien, me preguntaron si quería hacer algo en una cárcel y me pareció bueno. Fui y me encontré con que era el único en el recinto que no era preso o gendarme. Me quedé solo con todos, estuve cinco horas dándoles clases y al principio sentí un poco de temor porque los gendarmes, que eran los que me podían proteger, estaban todos arriba con las metralletas y yo abajo”.
Vive el mejor momento de su carrera, pero tiene preocupaciones que van más allá de golpear la pelotita. Es embajador de Greenpeace e intentó jugar en algunos torneos con indumentaria que tuviera inscripciones ambientalistas, pero, según contó, la ATP no se lo permitió. “Me preocupa el bienestar del mundo. Viajar por sitios pobres, como Nigeria, o ricos, como Suiza, me abrió la cabeza. Me identifico con las causas sociales. No creo en las fronteras. A veces encuentro un poco ridículo lo del patriotismo”, aporta. Además, preside una fundación, Futuros para el Tenis, en la comuna Santa Adriana, que en su momento llegó a ser la segunda población más peligrosa de Chile por la mafia del narcotráfico.
“Tenemos 220 chicos a los que les damos alimentación, deporte, valores, educación”, se enorgullece Podlipnik-Castillo, lejos de la burbuja en la que suelen caer muchos tenistas de elite. “Yo viví el tenis pobre de adentro. Ahora, en el nivel en el que estoy es todo fantástico: estoy en un hotel bonito, nos llevan en buenos autos, tenemos lo que necesitamos, pero es una ilusión y no olvido la realidad”, asevera.
El doblista, campeón el último fin de semana en el ATP de Quito, en pareja con su compatriota Nicolás Jarry (la figura del tenis chileno), participó en once series de Copa Davis. La última fue en febrero, en el éxito ante Ecuador, que le dio la oportunidad a Chile de jugar ante la Argentina por un lugar en el repechaje de septiembre frente a un rival del Grupo Mundial. “La Copa Davis es una competencia mágica. Las presiones son más grandes. En la próxima serie creo que la presión la tiene más Argentina; nosotros no tenemos nada que perder. Somos un equipo que está compitiendo muy bien. En lo personal, ya estoy nervioso, siento la adrenalina. Es un sueño poder jugar con Argentina; no pasa todos los días. Tenemos un jugador como Jarry que si se despierta con el pie derecho puede ganarle a los top, y todos competimos bien”, analiza.
-La serie será en San Juan, con unos 600 metros de altura y cerca de Chile. ¿Qué lectura hacés?
-Nos conviene porque al tener altura es parecido a Santiago, donde nos formamos como tenistas. Muchos chilenos van a cruzar la frontera. Será lindo que el estadio esté lleno. Ojalá que vaya hasta Maradona. Con el Chino [Rios, exnúmero 1 de ATP y ayudante de Massú en el cuerpo técnico] nosotros tenemos a nuestro Maradona (sonríe). Rios es un grande, es único. No pelotea, pero está siempre en la cancha, nos ayuda mucho, es muy abierto y cariñoso, con nosotros se porta increíble, nos da consejos. Y tenemos un capitán como Massú, que está muy involucrado en los partidos. Cuando jugamos dobles es como hacerlo de a tres, porque está todo el partido saltando, gritando. Y tener un capitán que ganó dos medallas de oro olímpicas a pura pasión y garra, es una inspiración
-En 2000 tenías 12 años. ¿Qué recordás de la penosa serie de los sillazos?
-No la estaba viendo en vivo, pero la recuerdo. Ha sido un papelón. Debe haber sido durísimo. Si hubiera sido argentino hubiese temido por mi vida. Y si hubiera sido de la ITF no le hubiese dado el partido perdido a la Argentina, hubiera eliminado a Chile, totalmente. Fue una injusticia para la Argentina. El próximo partido tendrá su morbo, claro, pero los chilenos somos más malos con los argentinos que los argentinos con nosotros. Cuando venimos a la Argentina tenemos ciertos complejos, porque ustedes siempre han sido superiores en los deportes. Cuando los chilenos les ganan a los argentinos explotan. Es una pena que haya una rivalidad tan agresiva. Al final, es deporte. Yo me lo tomo más relajado. Debería ser siempre así.
-¿Qué análisis hacés del tenis latinoamericano?
-Lo veo un poco complicado en este momento. Siento que muchas federaciones latinoamericanas han caído en temas de corrupción, hablo sobre todo de la chilena. Lamentablemente a los que más afecta es a los tenistas en desarrollo. En América latina, al estar tan lejos de todo, necesitamos federaciones fuertes y si no las tenemos, todos los chicos lo van a sufrir. Quizás Brasil y Argentina son países tan grandes que pueden salir tenistas por cuenta propia, aunque cada vez sea más difícil. Uno ve que Canadá, Australia y otros países de primer mundo está invirtiendo millones y millones. Los tenistas de Argentina, de Chile o de cualquier país de la región ya parte en desventaja y no solo geográficamente. Logística y económicamente están varios pasos atrás. Por eso admiro mucho los tenistas de América latina que logran ser exitosos.
FUENTE: lanacion.com.ar