Según el reportaje del periodista Iván Sandoval, nuestro país cuenta con 1.843 canchas de tenis a lo largo de sus 15 regiones, de ellas 1.271 son de arcilla y 430 son de cemento, multicanchas, asfalto o carpeta.
Muchas de estas pistas de cancha rápida están ubicadas dentro de condominios o recinto que no cuentan con el cuidado o mantención apropiada para una superficie de este nivel.
La importancia de un mantenimiento profesional permite alargar la vida útil de la superficie, la cual mantiene su aspecto correcto y los parámetros adecuados.
Según el abierto de Los Cabos en México, ATP 250 que se juega los últimos días de julio de cada año, para mantener en buen estado la supeficie, se recominenda lavar las canchas al menos una vez por semana y solo con chorro de agua sin incluir detergente, shampoo y otras sustancias.
La idea principal es dejar que el mismo declive de la cancha haga la eliminación del agua en su cause natural, se puede y debe, quitar el excedente cuando el declive no es muy pronunciado, pero esto se hará después de haber terminado de sacar con el chorro de agua todo la tierra de la superficie de la cancha.
En caso de que el retiro del agua se realice mientras se está lavando la cancha, esta se percude y mancha de forma irreversible.
La distancia entre el chorro de agua y la superficie de la cancha deberá ser de la altura de la cintura, evitando enviar el chorro directo hacia un solo punto por un periodo prolongado para no dañar la cancha.
Gran parte de las canchas rápidas de este país están compuestas por poliuretano y en este caso se recomienda trabajar con una limpieza química solo en una situación de contaminación biológica (musgos, algas).
En el caso de no limpiarse una vez por semana la cancha rápida, el polvo y los residuos de felpa que dejan las pelotas producen dos efectos en el juego:
1) Gastan con mayor rapidez la pelota
2) Aumentan la velocidad de juego al evitar el roce natural entre la bola y la superficie