En el año 1993, el psicólogo Anders Ericsson, realizó un estudio que revela que cualquier persona que quiera ser experto en alguna actividad debe dedicar al menos unas 10.000 horas de entrenamiento en aquello.
Este estudio lo popularizó Malcolm Gladwell en el año 2008 cuando publicó su libro “Fueras de serie” y apoyado por el neurólogo Daniel Levitin, donde se preguntan:
- ¿A cuánto equivale aproximadamente esas 10.000 horas que necesita el cerebro para, gracias a su plasticidad, volverse especialmente diestro en alguna actividad?
En el estudio se analizó el desarrollo de unos violinistas y pianistas, mientras que en el libro se ejemplificó los famosos casos de Bill Gates, The Beatles, Steve Jobs y Wolfgang Amadeus Mozart que cumplían con la premisa de dedicar más de 10.000 horas a una cierta actividad.
Mozart comenzó a escribir música a los 6 años, pero según escribe el psicólogo Michael Howe, las primera obras de Mozart no son excepcionales, solo fue considerada su primera gran obra maestra el N°9 K.271 compuesta a los 21 años, para entonces Mozart ya llevaba 10 años componiendo conciertos.
Dentro de los margenes comunes, se deduce que las 10.000 horas se deben desarrollar en un tiempo aproximado de 10 años.
En el caso del tenis estas 10.000 horas no son una excepción, todo aquel que cumpla con la premisa terminará siendo un experto, pero según la psicóloga Brooke Macnamara hay otros factores que influyen en la destreza final:
- Habilidad humana
- Combinación compleja de factores ambientales (Entrenadores, entorno familiar, etc)
- Factores genéticos
Estos tres puntos determinan las diferencias entro dos tipos de expertos que influyen en el rendmiento final del tenista.
El estudio refleja además que 10.000 horas es una enorme cantidad de tiempo. Es casi imposible alcanzar esa cifra por uno mismo, hay que tener padres que le animen, apoyen y contengan.
Si ellos lo dijeron…
Bill Gates: “Se necesita ser lo suficientemente fanático para seguir adelante y triunfar”.
Miguel Ángel: “La genialidad es una larga paciencia”.
Einstein: “No soy tan inteligente. Es que peleo con los problemas mucho más tiempo”.
Cuando le preguntaron a Newton el secreto de su creatividad científica, respondió: “Noctedieque incubando”, dándole vueltas de día y de noche.
Malcolm Gladwell: “La práctica no es lo que uno hace cuando es bueno. Es lo que uno hace para volverse bueno”.
Baruch Spinoza: “La esencia del hombre es el deseo”.
Agustín de Hipona: “Cada uno es lo que ama y cómo lo ama”.
Todos los genios son amantes entusiastas de lo suyo… al menos durante diez mil horas.