En los últimos días Santiago de Chile se ha visto consternado por el gran debate y protestas por la legitimidad de la APP Uber, aquella que permite contratar un taxi por medio del dispositivo móvil.
Los taxistas “establecidos”, en todo su derecho, pero con muy baja credibilidad de la población (una encuesta de un TV13 le daba el 92% del favor de la población a Uber y solo un 8% a ellos) acusan de competencia desleal, entre otros tantos factores por el pago de diversos impuestos y controles.
Por su parte los casi 10.000 conductores de Uber en Chile entregan como respuesta la calidad, menor costo de sus servicios y que son los usuarios, en su calificación directa, además de muchos otros argumentos, los “legitiman” y entregan máxima transparencia. El marco regulatorio que las autoridades han construido no ha logrado proteger justamente a los usuarios.
En fin, el debate es intenso y mucho más extenso, me quedaba con el artículo que en la prensa nacional escribía Ignacio Briones, Decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibañez, “Uber y la destrucción creativa”. En alguna de sus partes escribe “Se trata de una revolución que tiene en pie de guerra a los taxistas ….” para continuar “…es una revolución, además, porque cambia en 180 grados el modelo de negocio tradicional…” para finalizar, después de un excelente análisis con “… la competencia genera ganadores y perdedores, no hay duda. Es lo propio del proceso de destrucción creativa que bien identificó Schumpeter. Pero ese proceso no es un juego de suma cero. Crea valor. Creación de valor que la regulación debiera permitir en lugar de bloquear”.
¿Cuál es entonces el paralelo que podemos establecer entre esta situación y lo que ha vivido y vive el Tenis?. ¿Dónde se genera ese “proceso de destrucción creativa…” que “crea valor”?
Podemos discutir largamente cuando comenzó, lo podemos hacer solo para Chile o en el mundo. Fijemos como punto de inicio (arbitrariamente por mi parte) la creación de la ATP y WTA como respuesta a las injusticias que se cometían con los que hacían el proceso, los jugadores. De ahí en adelante los ejemplos se multiplican y cada vez su aparición se hace más rápida en el tiempo. Vamos con algunos ejemplos.
Aparición de Clubes privados y/o Academias que de a poco fueron ganando espacio a los Clubes tradicionales o, mirado desde otro punto de vista, haciendo lo que esos Clubes no hacían con debida responsabilidad. En la actualidad esa gran responsabilidad en la captación, formación y desarrollo de jugadores recae en gran parte, en esas Academias y Clubes privados.
Sistemas de competencias y torneos también en manos de privados que van reemplazando la inmovilidad y falta de innovación de los sistemas tradicionales que se arrastran por largos años pensando que solo la autoridad les iba entregando respaldo. Cuan equivocado estaban (y están) aquellos que veían así el proceso.
La responsabilidad de los procesos de información, formación y educación de Entrenadores se han dejado, en algunas oportunidades, en manos de ineficientes funcionarios, sólo con el respaldo de su amigo dirigente, sin importar la calidad y siendo reemplazado por empresas particulares.
En materia de desarrollo y responsabilidad social, con buenos programas, las Fundaciones u otras ONG van tomando la posta reemplazando también la ineficiencia de autoridades que dicen estar preocupadas por ellos pero que, pasado los años, no hacen nada.
En fin, la lista podría ser extensa. Solo concluyamos que nadie se podrá sorprender que las Instituciones desgastadas e ineficientes vaya siendo reemplazadas por sistemas revolucionarios y modernos. Para ejemplo el programa que lleva la Fundación del ex jugador profesional Fernando González o el Programa de CEDT en la ciudad de La Serena.
Por: Miguel Miranda