Todos queremos en teoría mejorar y eso implica en muchas ocasiones hacer cambios que van a generar beneficios en el largo plazo. Desafortunadamente el tenis es un deporte en el cual se compite en los años formativos con mucha, o tal vez, demasiada frecuencia. En general los cambios no traen beneficios inmediatos ya que necesitan un periodo de adaptación para germinar, eso trae como consecuencia que el rendimiento baje en su comienzo. Si el cambio fue bien gestionado y las prioridades bien establecidas, en el tiempo debieran abrirse nuevas oportunidades de expandir el rendimiento. Cuando se pierden partidos dentro de la etapa de cambio, lo primero y mas fácil es culpar al cambio y a quien lo indujo y volver al estado inicial, pensando que no funciona y que esa es la solución adecuada.
A veces entre el perder y el ganar hay una diferencia minima, 2 puntos que traen una separación abismante en el ámbito emocional. No es para nada, ni remotamente parecido, ganar 7/6 en el 3o o perder 7/6 en el 3o. Si buscas las estadísticas de un jugador del nro. 50 del ranking ATP, te vas a encontrar con la sorpresa de que la relación partidos ganados contra partidos perdidos es muy pareja y estamos hablando de un jugadorazo!!
Ahora, miremos que significa perder. Pienso que es en el manejo de las derrotas donde radican las grandes diferencias en el desarrollo a largo plazo de una persona. Las derrotas miradas objetivamente nos dan una valiosa información para entender donde nos encontramos en relación a donde queremos ir. Nos ofrecen una perspectiva de que hacemos bien pero también de que debemos mejorar. Se puede mirar desde una perspectiva técnica, física, estratégica, pero también de quien estamos siendo como personas fuera del ámbito competitivo. En la practica, no se ve siempre así. Lo mas usual es reaccionar a la derrota con rabia culpándose a si mismo o a otros y no tomar responsabilidad. Tristeza pensando que no se es suficiente por lo tanto no se puede ganar, esta emoción te roba mucha energía para superarte. Miedo de no llegar a ser el de las expectativas propias o ajenas, sintiéndose apretado, tenso y atrapado. En este estado la energía no fluye y no podemos ser quien podríamos ser. En definitiva una tormenta de emociones negativas. Mi observación me muestra que a los padres les cuesta mucho ver a sus hijos perder ya que muchos de ellos no tienen la experiencia de haber sido competidores, por lo tanto les cuesta ponerse en el rol de aquel que trata con los medios que ha desarrollado hast ahi y no puede mas que eso. También hay una identificación muy profunda con el ganar como símbolo de éxito cuando lo mas importante para vivir la experiencia del éxito es el desarrollo interno que poco tiene que ver con ganar o perder. Mientras mas aumentamos nuestra capacidad de lidiar con los obstáculos, mas cerca de nuestros objetivos vamos a estar y mas fuertes y exitosos nos vamos a sentir.
Como conclusion quisiera decir que la derrota es parte de la vida y sin ella no existiría la victoria, son dos caras de una moneda. Es necesario aprender a convivir con ella y aceptarla con la responsabilidad de quien sabe que para mejorar hay que observar nuestras fortalezas pero también por donde estamos fallando.
Fuente: Sport-mind.com