Los jugadores profesionales, entrenan muchas horas al día en cancha.
Y durante la jornada, también le dedican bastante tiempo a la preparación física.
Si viéramos solo las siluetas de dos de estos jugadores disputando un punto, y uno de ellos está 300 ATP y el otro 700, por ejemplo, no podríamos saber cuál es cuál, de tan parejo que se ha vuelto el tenis rentado.
Aparentemente, ninguno es superior al otro.
¿Dónde radica la diferencia entre ambos, entonces?
De partida, creo que la intensidad constituye un factor a considerar.
Dos jugadores que entrenan igual número de horas, pero a intensidades distintas, a la larga van a obtener resultados dispares.
La disposición al trabajo y el respeto hacia el entrenador, tampoco pueden quedar al margen de este análisis.
Conozco jugadores que se demoran una eternidad en sacarse el buzo, cambiarse las zapatillas y ponerle el over grip a la raqueta, entre otras cosas.
Y ni se inmutan si el coach los apura.
Cuando finalmente tienen listo todo lo necesario, han perdido treinta minutos de entrenamiento.
Si esa media hora desperdiciada, se multiplica por los días de los que consta la semana, las semanas que conforman el mes y los meses que componen el año, el cálculo arroja una cantidad significativa de tiempo, que explica las diferencias de ranking entre dos tenistas de nivel similar.
La relevancia que se le asigna al celular, también es un ítem a considerar.
He visto jugadores que revisan sus teléfonos, y responden mensajes, durante cada descanso de la práctica.
Creo que eso los distrae y, para mí, constituye un revelador signo de poco compromiso.
Si no pueden mantener la concentración en un entrenamiento, no serán capaces de hacerlo durante un partido y menos en los puntos importantes.
Otra diferencia sustancial radica en cómo se toman las críticas.
Algunos jugadores reciben las opiniones adversas como un ataque personal, se molestan y se cierran ante lo que se les dice.
Otros, en tanto, escuchan con calma y utilizan la reprobación como una herramienta para mejorar.
La autocrítica resulta relevante.
Conozco tenistas que, ante un resultado negativo, siempre concluyen que la culpa es del coach, las pelotas, el estado de la cancha, el viento o el sol.
Al no asumir la responsabilidad que les cabe en lo que sucede, pierden la opción de mejorar, ya que según ellos su rendimiento depende de factores externos imposibles de dominar.
En resumen, la diferencia en los resultados de jugadores con un nivel de juego aparentemente parecido, se explica por una infinidad de factores, entre los que destaca la actitud.
Queda claro que para tener éxito, no basta con permanecer diariamente muchas horas en la cancha y el gimnasio.
Eso es lo mínimo.
El tenis de alto rendimiento exige más que eso.
Mucho más.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com