La magia del entrenamiento tenístico constante, bien planificado y adecuadamente ejecutado, es que transforma en fácil lo difícil, en simple lo complejo.
Y eso es magia pura. Magia real, sin trucos.
Al principio, todo cuesta mucho, tal vez en exceso.
Pero con el paso del tiempo, las cosas se van haciendo más fáciles, hasta parecer que nada requiere demasiado esfuerzo. Pero son horas, días, semanas, meses y años los que hay que invertir para lograrlo.
Es la magia que se produce luego de repetir, de manera correcta, miles de veces un determinado gesto técnico.
De esta forma, se graba de manera indeleble en la mente y cuerpo del deportista, anclándose para siempre en lo más profundo de su ser.
Lo que da la impresión que no requiere mayor desgaste, esconde precisamente lo opuesto: cientos de prácticas, en las que las cosas no salieron tan bien, ni fluyeron tan naturalmente.
Cientos de sesiones de entrenamiento con obstáculos difíciles de superar, como calor, frío, cansancio o dolores físicos.
Entonces, es en esos momentos, cuando el camino se pone cuesta arriba, en los que se debe perseverar con mayor ímpetu, pues la disciplina es uno de los componentes medulares de la magia del entrenamiento.
Todo lo enunciado en las líneas anteriores de este texto, confoma el enorme trabajo que existe detrás de cada buen jugador que entra a una cancha a competir.
Es lo que sostiene a cada tenista de elite, lo que le da estructura, pero no se ve.
Se trata de deportistas, cuyo cuerpo y mente fueron esculpidos por la magia del entrenamiento constante e idóneo.
Una magia que, para los que saben esperar, siempre surte efecto.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com