El triunfo de Chile ante República Dominicana, más allá de ser meritorio, teniendo como sustento un trabajo serio, responsable y profesional de parte del equipo técnico y los propios jugadores, obedece a un hecho predecible y nos invita a pensar y ser más ambiciosos en nuestras pretensiones de competir en instancias mayores.
Empezamos bien el año, de eso no cabe ninguna duda, con un categórico triunfo de visita ante República Dominicana. Ahora, nuevamente al repechaje por el ingreso al Grupo Mundial ante Colombia de visita en abril. Eso es lo que indica el resultado y es lo que podemos plasmar en el papel, pero en definitiva, es la forma y no el fondo.
¿A qué me refiero con esto? Sencillamente al hecho de que previsible e irremediablemente esta serie era para sacarla adelante…y caminando: los dominicanos sin Estrella Burgos, son un equipo débil -más allá de la impredecible peligrosidad de José Hernández- que pagó el precio de la inexperiencia de cada uno de sus integrantes. Esto no le quita mérito alguno a los dirigidos por Nicolás Massú. Sin embargo, no debemos volvernos locos.
Digo esto porque la antesala al Grupo Mundial, nos pondrá frente a un equipo de mayores pergaminos, aunque sin tradición tenística. A simple vista no es un rival imposible, todo lo contrario, se les puede plantear una serie inteligente, pero será necesario llevar al extremo a Giraldo y sacar a lo menos un punto al segundo singlista o definitivamente ir por el dobles, que parece ser el camino más pedregoso. Reitero: Colombia no es una superpotencia, pero juega de local y Chile depende de la evolución definitiva y el “gran” despegue de sus jugadores.
Concretamente, el cierre de 2016, pese al enorme entusiasmo de nuestros jugadores, nuevamente nos llevó a una temporada pobre en cuanto a resultados (pensando en la excelencia y el alto rendimiento), con tenistas fuera de los 200 mejores en singles, con excepción de Julio Peralta, que ha tenido un renacer, pero que no está participando del equipo de Copa Davis (por ahora).
Si vamos nombre por nombre, dentro de lo que califico como un mal periodo en singles, ha significado paradojalmente un periodo de avances para Christian Garín. El nortino mejoró su rendimiento y terminó siendo el mejor nacional en el ranking ATP en 2016, logrando el puesto 211. Su mejor resultado fue el triunfo en el Challenger de Lima.
Por otro lado, Gonzalo Lama también podría sacar cuentas alegres, considerando que logró ser número uno de Chile por varias semanas. Se quedó con el Chalenger de Sao Paulo en abril, pero una lesión lo obligó a terminar en noviembre su temporada. Remató en el puesto 239 y recién lo tendremos de vuelta en las pistas a inicios de marzo en el Challenger de Santiago.
Nicolás Jarry empezó a fuego lento y cerró una buena temporada, tras imponerse en tres de los cuatro futuros que se jugaron en Chile a fines de año. Tras un mal inicio de campaña, el nieto de Jaime Fillol cambió de estrategia y volvió a ganar puntos en los torneos de baja categoría, recuperando confianza y nivel. Sin embargo, hay que ser realistas: se espera más de él.
Ahora bien, reitero: lo más rescatable es lo que ha realizado Julio Peralta, quien a sus 35 años y junto al argentino Horacio Zeballos tuvo un renacer en el tenis y logró grandes resultados, imponiéndose en los torneos ATP 250 de Sao Paulo, Gstaad y Metz. Avanzó a segunda ronda en Roland Garros, mientras que en Wimbledon y el Abierto de los Estados Unidos cayó en primera ronda. Hoy está entre los 40 mejores en el ránking de duplas.
Hans Podlipnik, en tanto, tuvo un buen año en dobles. Tras consolidarse como especialista, ganó tres Challenger en 2016 y junto a Peralta disputaron los Juegos Olímpicos, cayendo en la primera ronda.
Y claro, no debemos obviar ni dejar a un lado a los chicos que vienen desde atrás y buscar abrir un espacio que les pertenece: tanto Barrios como Tabilo han demostrado avances y siento que esa evolución les traerá resultados, más allá de lo que se refiere a lo tenístico, confío también en que lo cuantitativo les traerá réditos.
Teniendoesta información como contexto, podemos soñar y creer que lo que puedan lograr nuestros tenistas en sus respectivas carreras en el circuito, llevarán a un 2017 próspero, pero más allá de eso, que podamos de una vez por todas planificar el trabajo de nuestras jóvenes promesas, que existan torneos de mejor jerarquía, con buena organización, que logremos continuidad en materia dirigencial y que los tenistas chilenos entren a participar de campeonatos realmente competitivos, de nivel ATP.
Tengo la convicción de que contamos con un buen equipo. Hayun grupo de proyección, que de aquí a un par de años más podrían convertirse en realidad y pelear por grandes cosas a nivel Copa Davis, es lo que deseamos, lo que creemos y anhelamos los que amamos el tenis. Por ahora no somos ni mejores ni peores, estamos ahí, expectantes, atentos a dar el importante paso de llevar a la realidad todo lo que prometen nuestros jugadores.