“¡Cómo puedes correr así! Es impresionante el calor de esto. ¡Se pasó!”, expresa Gonzalo Lama (23), quien acaba de calzarse el traje de su amigo, el piloto Ignacio Casale (29), que después de ayudarle a ponérselo y con una sonrisa pícara le contesta: “Y eso que no tienes puesto todo lo que usamos para correr”. Acostumbrado a las complejidades de competir en condiciones extremas, el ganador en quads del Dakar 2014 luce irreconocible con el atuendo del tenista. Y se siente muy a gusto: “La ropa que usamos en las carreras es bastante incómoda. Hay muchas capas, protecciones, guantes, casco y mucho peso extra. Por eso, estar vestido así es muchísimo más cómodo”.
Ambos son muy cercanos y tienen varias cosas en común: los dos nacieron el 27 de abril, por lo que coincidieron en los festejos. Además, curiosamente fueron dos de los deportistas nacionales más destacados del mes pasado, ya que el León ganó el Challenger de Sao Paulo, mientras que el Perro se quedó con la segunda fecha de la Copa del Mundo de Qatar, en quads. Ambos también aceptan intercambiar sus roles para El Deportivo.
“A Ignacio lo conocí después de que me preguntaran en una votación quién creía que debía ser el mejor deportista del año. Yo dije que él tenía que ser, porque justo había ganado el Dakar. Después nos encontramos en la premiación y me dio las gracias”, afirma el tenista. Una versión que es complementada por el piloto: “Leí que Gonzalo había votado por mí. Cuando lo premian también, miro para atrás y le digo ¡tú votaste por mí! Buena onda’, y ahí nos hicimos amigos al toque”.
“Coincidimos poco, pero hablamos harto por Whatsapp, por teléfono… Y está muy bien que un deportista del nivel de Ignacio sea tan humilde y buena onda. Estoy feliz de que le vaya bien en todo lo que haga, porque es una muy buena persona y un gran deportista. Espero que siga teniendo muchos éxitos”, replica Lama.
Casale no se queda atrás: “Me gusta formar amistad con gente que se esfuerza y se sacrifica tanto por algo que le gusta. El deporte no es como se ve en los diarios ni en la tele. No es tan bonito como se ve ni tiene tanto glamour, como todo el mundo piensa; ni tanta plata ni tanto show, sino que es muy sacrificado. Y los dos hemos tenido una carrera en la que nos ha costado mucho llegar a donde estamos”, precisa.
El clima está cálido en Santuario del Valle. Las canchas de tenis del club ubicado en Lo Barnechea son el escenario de una imagen pintoresca: no todos los días aparece un connotado corredor de rally por el court y menos vestido de tenista. “Parece jugador de verdad”, se escucha alrededor. “¿Cómo se toma la raqueta, perro?”, le pregunta a Lama, quien moviéndose a duras penas porque Casale es unos centímetros más bajo y más delgado que su amigo, le muestra la tomada. El número uno de Chile se siente como un astronauta en una misión espacial.
“Cuando chico me gustaba jugar harto, pero era muy malo. Eso sí, siempre he tenido la motivación a tope. Quedamos de jugar con Gonzalo, pero nunca hemos tenido el tiempo para hacerlo”, cuenta el piloto. “Me gustaría empezar a jugar tenis como parte de mi entrenamiento. Me puede ayudar en el tema físico, por las reacciones y movimientos rápidos para fortalecer”, añade. Además, quiere introducir a su amigo en el mundo de los quads: “Me encantaría que un día me acompañara y nos fuéramos a las dunas a pasear para que conociera cómo se vive el ambiente. Y, de la misma manera, me gustaría practicar tenis con él”.
Pero el encuentro no queda aquí. Casale no llega solo: la moto espera en el pick up de su camioneta, que se encuentra estacionada a un costado de la cancha. Minutos más tarde, el piloto juega de local. Un par de kilómetros al norte, el paraje cambia. Hay cerros y árboles, un sitio ideal para descargar el cuadriciclo. Lama sube a la moto. “Es una experiencia distinta, pero ¡estoy caga’o de calor y no puedo más!”, exclama. Su partner añade: “A partir del lunes, voy a empezar a entrenar con Gonzalo”. “Va a jugar challengers y futuros”, interrumpe la mejor raqueta nacional.
Un poco más serio, el jugador de Copa Davis reflexiona: “Es complicado estar con la ropa de Ignacio. Ahí uno se da cuenta de toda la dificultad que implica ser un corredor de ese nivel. Por eso también uno admira tanto a los motociclistas, que son unos verdaderos ganadores. Además, por eso voté por él, porque correr el Dakar y además terminarlo, para mí es un logro impresionante. Y, mucho más, ganarlo”.
Terminan las fotos, y Lama corre a sacarse el traje. Casale quiere devolverle a su amigo las ropas que le prestó, pero no acepta.
-Quédate con ellas. De verdad. También con la raqueta.
-¿En serio? ¿Qué te puedo regalar? A ver, ayúdame…
-Nada, no te preocupes.
-Ya se me ocurrirá…
Ambos se suben a la camioneta, con la promesa de repetir el encuentro en el futuro. Quizás en una cancha o tal vez en las dunas del algún desierto. Pero sí está claro que, a pesar del poco tiempo, la amistad puede trascender las fronteras del deporte.
Fuente: Diario La Tercera