Parte de la historia de Tenischile.com
Ubicado en un recóndito y ameno espacio en el mall de las flores en la comuna de las condes, acompañado de nostálgicos locales y uno que otro emprendimiento emergente que decide arrendar en el que fuera uno de los centros cívicos más importantes de los 80 en Santiago, casi una atracción en ese entonces, se ubica el templo del tenis, palacio en el cual cientos de chicos aguardaban por un encordado mientras se disfrutaba de la novedad de un Playstation 1 y un estreno llamado Wining eleven.
En ese entonces jurábamos que Massú era eterno (Aún creo que lo es) y que Fernando tenia para rato en el circuito, daba igual si te perdías un futuro, habían tantos que no había problema en caer o buscar un cuadro blandito, el verano te traía el ATP de Viña, y septiembre la copa Davis junto a algún gigante, Jamás Paraguay o Barbados, jamás¡, en ese entonces no teníamos idea de que el gato cuidaba la carnicería del tenis, hasta que como quien despierta de un lindo sueño con el amor de su vida, despertamos y tuvimos nuestro propio “watergate”.
Comenzaron las acusaciones, se destapaban las ollas, caían las demandas se acababan los torneos, se despedían las figuras, se autoexiliaban los cobardes, desaparecían las marcas se fue el dinero, mi revista 15/0 no llegó más y la luz se apagó.
Aquella vez no lo dije, pero lo pensé y casi como un escupo lo arrojé “cagamos” y así fue, comenzó la trama más negra de la historia del tenis nacional. Dejé de vender ropa, había que comer, se cerraban las canchas para hacerlas de futbolito o algún estacionamiento. El ATP intentó sobrevivir incluso con su respaldo económico pero el agujero negro se tragó todo sin hacer distinción. Toda la vida en la tierra tenística se extinguió.
Cualquier cosa ligada al tenis durante años, no tuvo viabilidad económica ni futuro, todo se quemó.
Pero la fe mueve montañas decía mi abuela, y no siendo muy cristiano siempre creí que si Cristo vivió y murió la gran pega la hicieron su apóstoles, fueron ellos mismos quienes promulgaron su fe y palabra, recorrieron el mundo entregando testimonio única y exclusivamente para que nadie dejara de creer. ¿Es tan valioso el camino de un apóstol incluso más que su propio fin?. Creo que sí.
Nose cuanto duró la batalla que los Miranda tuvieron que dar mientras se agotaban los recursos y se apagaban los jugadores, no tengo idea el valor que hay que tener como apóstol del tenis para predicar algo en un momento en el que nadie creía, tampoco sé si sus torneos servían en ese entonces para algo en un mundo tan oscuro. Pero de eso se trata la Fe no? De creer aunque parezca imposible y desde ahí construir un ejemplo que permita creer a los demás.
Hoy el tenis despertó del coma, pocos y no los juzgo olvidan lo que nos costó levantarlo, tanto así que tuvimos tan poco que ya ni peleábamos y decidimos unirnos en muchas instancias dejando de lado casi sin reparo las malditas diferencias. No había un Cristo que seguir, ya lo habían desangrado y casi sin saber se robaron todo. Solo había apóstoles que organizaban un par de torneos, como no había ranking se inventaron uno, no abundaban los premios así que había que separar algunas Luquitas para el ganador, no habían programas de radio (no había tema) ni medios, así que decidieron informar y como incluso no había sistema inventaron uno, fue en ese predicar que muchos oyeron la palabra, compraron una raqueta y se pusieron a caminar, se construyeron un templo, sí , ese mismo del Mall de las Flores, y no no olía a nada raro, se respiraba arcilla, se apilaban los raqueteros, se jugaban sus Fifas y uno se podía olvidar de lo difícil que era el tenis un ratito de la falta de apoyo o del ranking de entrada.
Las religiones son muchas, los dioses abundan, pero en todos incluso en los que creen en la amarilla su Dios resucito al tercer día, mientras dormía en su tétrica tumba, hubo apóstoles que vale la pena destacar, ellos recorrieron Chile haciendo torneos, son aquellos que nunca dejaron que dejásemos de creer.