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2025-05-07

Columna de Arturo Núñez: “Jugando mal”

Es común que los jugadores digan “estoy jugando mal”, tras pelotear un rato y fallar bastante.

Pero no es que su tenis haya desaparecido por arte de magia, como imaginan.

En ocasiones, los errores tienen otra explicación.

Lo que sucede es que ese día, el tenista siente que está jugando mal, porque se está moviendo mal.

Entonces, cuando se está jugando mal, hay que dejar de lado cualquier otro pensamiento o preocupación sobre los golpes y su técnica, y concentrarnos solo en nuestros desplazamientos, para que sean rápidos y precisos.

Con eso, a lo que le agregaría el jugar lo más simple posible, la consistencia comenzará a aumentar de a poco y el tenis que creíamos extraviado, mejorará.

Cuando sugiero jugar simple durante un partido, me refiero a que la pelota pase con bastante margen sobre la red.

Jugar simple es jugar mayormente cruzado, puesto que por la diagonal la red es más baja y la cancha más larga.

Jugar simple también es no ser uno el que cambia la dirección de la pelota, sino que sea el rival quien lo haga, ya que es más difícil modificar el rumbo que lleva la bola que mantenerlo.

Por último, en los días difíciles se debe jugar simple desde lo mental.

Es decir, bajar las expectativas y jugar lo mejor posible dentro del nivel con que se cuenta esa jornada. Entonces, no hay que intentar lo que no resultará, sino ser efectivo, no espectacular.

Ya que he usado con frecuencia la palabra “mal” en esta columna, existe una afirmación que contiene un término similar, con la que discrepo:

“No existen malos alumnos, sino malos maestros”.

Esta oración parece colmada de sabiduría, y es muy aplaudida.

Pero, para mí, carece de equilibrio, ya que le endosa toda la responsabilidad solo al docente.

Porque como dice otra afirmación famosa, “se necesitan dos para bailar tango”.

Así que todos los involucrados deben poner de su parte, para que algo prospere.

He conocido malos maestros.

Pero también he visto muchos malos alumnos: irrespetuosos, desobedientes.

No hay que culpar de todo al profesor.

Un profesor no le puede enseñar nada, a quien no desea aprender.

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