Un profesor de tenis, debe tener sólidos conocimientos técnicos y tácticos.
Se considera beneficioso que maneje, además, nociones de preparación física y sicología, por citar materias complementarias.
Habilidades blandas como la empatía y el buen humor, son recursos con los que también tiene que contar, para el adecuado desarrollo de su labor.
Sin embargo, debe poseer una cualidad, a mi juicio muy relevante, que se nombra poco: criterio o sentido común.
Todos los entrenadores realizan cursos similares por lo que, en general, poseen un nivel de conocimiento semejante.
Ahora bien, uno de los aspectos que diferencia a un profesor de otro, es cómo se procesa la información académica recibida en dichas capacitaciones. Esto se traduce después, en la manera en que ésta se aplica en la cancha con los alumnos.
Y es en esa instancia, en la que el criterio de cada entrenador juega un rol protagónico.
Los conocimientos adquiridos se pueden combinar, y articular entre sí, de infinitas formas. Pero solo algunas conducen a resultados exitosos.
El coach es como un cocinero, que debe mezclar con el utensilio apropiado múltiples ingredientes, en una proporción específica, sazonándolos con exactitud, para luego ponerlos al fuego a una temperatura precisa, durante un tiempo determinado.
Entonces, una sólida formación profesional junto al ya mencionado sentido común, le permitirán al profesor elegir la frecuencia, intensidad y volumen idóneos que regirán el entrenamiento de un alumno, por mencionar algunos parámetros.
El coach debe analizar a conciencia un abanico de variables, y adoptar la mejor decisión según su criterio. Sin embargo, hay que tener claro que el sentido común no se puede adquirir en cursos, ni capacitaciones.
Un entrenador con problemas de criterio, siempre tendrá dificultades a la hora de ejercer sus funciones.
Aunque sepa mucho.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com