Crecí escuchando que en arcilla se jugaba de fondo, y que la volea se encontraba reservada para las canchas de superficies más rápidas.
Sin embargo, en la actualidad eso ya no resulta válido sobre polvo de ladrillo.
Hoy, los buenos jugadores buscan cerrar los puntos en la red, en cuanto se les presenta la oportunidad.
Por eso, cuando asisto a torneos para juveniles y adultos, me decepciona comprobar que la inmensa mayoría de los competidores juega siempre de fondo.
No utilizan nunca un recurso tan relevante como la volea, lo que no se encuentra acorde con los tiempos que corren.
Por más que un tenista tenga un sólido juego de fondo y gane partidos así, estoy seguro que además debe incorporar a su repertorio el ir a cerrar los puntos con su volea, en cuanto tenga la ocasión.
Se puedes entrar a volear con un tiro de aproximación, producto de una pelota que se le queda corta al rival, o sobre el segundo servicio del adversario.
Pero también resulta posible subir a la red, estando parado en el fondo de la cancha.
Si se logra abrir bien al oponente hacia un lado de la pista, la siguiente bola puede ser jugada al lado libre, contando con el tiempo necesario para llegar a volear, partiendo desde la línea de base del court.
Muchas veces, ataques desde el fondo de la cancha, son devueltos simplemente con pelotas altas que neutralizan esa agresividad.
Esto obliga al jugador a empezar de nuevo su ofensiva prácticamente desde cero, con el consiguiente desgaste físico.
En ocasiones, esas pelotas altas, defensivas, pueden ser golpeadas de aire desde la media cancha, como lo realizaba André Agassi con su famosa volea de derecho, con swing completo.
Lo anterior busca mantener la iniciativa, para luego continuar avanzando en la cancha y cerrar el punto en la red.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com
