Para jugar tenis se requiere coraje.
En la cancha no hay dónde esconderse, por lo que siempre se está obligado a dar la cara.
El jugador se encuentra siempre solo ahí, sin nadie que lo pueda ayudar cuando las cosas van mal.
Y a veces, van realmente mal.
Cómo cuando se enfrenta a un jugador desagradable y, además, no nos sale nada.
Un verdadero calvario.
El tenis es un deporte en el que meses de trabajo pueden irse por la borda, al perder en la primera ronda de un torneo.
En ocasiones, solo bastan cerca de noventa minutos de partido, para que se destruyan sueños e ilusiones, acumulados en cientos de horas de entrenamiento.
En el tenis siempre se va por el todo o nada, pues no existe el empate.
Un tenista debe tener un abanico de virtudes, pero ser sobre todo resiliente porque en su vida perderá muchas veces. Sin ir más lejos, la mitad de los participantes de todos los campeonatos, es eliminada en primera ronda.
Conozco estadísticas de jugadores que han perdido hasta doce primera vueltas seguidas en pocos meses, sin que la idea de abandonarlo todo haya rondado un segundo por sus cabezas.
La desesperación no cunde, porque saben que este deporte es una cerrera de largo aliento.
Formarse como tenista toma diez años como mínimo. Por lo tanto, si lo que se busca es satisfacción inmediata, tan de moda en estos días, el tenis es la disciplina equivocada.
Competir desarrolla el aplomo, tan necesario para guardar la compostura en situaciones adversas.
No es cosa de descargar la rabia y frustración de cualquier modo, cuando se está perdiendo un partido que se debería ganar, o ante un fallo arbitral injusto, por ejemplo.
Existe un código de conducta a respetar en todo momento, si no se desea estar expuesto a sanciones que van hasta la descalificación.
Al ser una modalidad solitaria, el single enseña a asumir culpas y errores sin responsabilizar a nadie más, porque no hay nadie más a quien culpar, ya que solo juegas tú.
El tenis también prepara para manejar la ansiedad e incertidumbre: el jugador nunca sabe qué rival le deparará el sorteo, ni las condiciones climáticas que imperarán durante el certamen.
Tampoco tiene seguridad acerca de su rendimiento el día del partido: se puede entrenar toda la semana increíblemente bien, pero llegado el campeonato no meter ni una pelota en la cancha.
Son cosas que pasan.
Las certezas son pocas y hay que lidiar con eso.
Sí, es cierto.
Definitivamente, el tenis es solo para valientes.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com