Las veces que me tocaba perder en primera ronda mientras jugaba en menores, me daba un poco de vergüenza contarlo, cuando me preguntaban cómo me había ido.
Me sentía decepcionado, y deseaba desaparecer rápido del club. Como si hubiera cometido un error, que me desvalorizaba.
Años después tomé conciencia, que todos los jugadores son importantes en un torneo.
No solo los ganadores.
La mitad de quienes le dan vida a cualquier campeonato, quedan eliminados luego de la vuelta inicial.
Entonces, ese cincuenta por ciento resulta tan relevante, que sin los que se despiden en el debut no hay torneo.
Así de simple.
Al percatarme de eso, también me di cuenta que perder en primera ronda no era algo extraño, ni un motivo para sonrojarse.
A casi todos les pasa, con mayor o menor frecuencia. Forma parte del juego.
Hoy, con el paso del tiempo, creo que cuando un niño se inscribe en un campeonato y cae en el partido inaugural, eso constituye solo una anécdota.
Existen otros aspectos que rescatar, analizar y celebrar.
Anotarse en un torneo implica tener la valentía de enfrentarse a lo desconocido, lo que es sinónimo de salir de la zona de confort.
La ausencia de información sobre el rival, junto al presentarse en un club al que nunca se ha ido, por ejemplo, son factores que producen temor y ansiedad.
Se requiere coraje para exponerse a ese estrés, y aprender a gestionarlo.
Por otro lado, participar en campeonatos permite saber con cierta certeza, el real nivel del competidor.
Tener la intención de averiguarlo es mucho más de lo que realiza la mayoría, que ni siquiera lo intenta, por miedo a que las derrotas rompan sus ilusiones en mil pedazos.
Arturo Núñez del Prado
Periodista
Profesor de Tenis
arturondp@gmail.com