Me ha tocado ver a más de un entrenador, darle instrucciones de manera constante a su jugador durante el partido, o animarlo de forma repetitiva entre los puntos.
Pareciera ser algo positivo, ya que el coach se encuentra involucrado y comprometido con el rendimiento de su pupilo, durante la competencia. Sin embargo, creo que hay que tener cuidado.
Pienso que el entrenador que imparte muchas instrucciones en el transcurso del match, le quita autonomía y protagonismo a su pupilo, convirtiéndolo en una persona dependiente del coach.
Entonces, el deportista se transforma en un jugador a control remoto, que no sabe encontrar por sí mismo las soluciones a los problemas que le plantea el rival, sino que espera que su técnico le comunique lo que debe realizar para resolver la situación.
Estimo que eso no es sano, ni beneficioso para ningún tenista. Además, nadie puede asimilar un cúmulo de indicaciones, menos bajo la presión de la competencia.
Soy más bien partidario, de dejar que el jugador vea si puede poner en práctica lo planificado con su entrenador, antes del partido.
Si eso no ocurre, la ayuda externa debiera ser mínima con el fin que el jugador busque, como ya lo mencioné, sus propias respuestas ante los desafíos que enfrenta.
También me ha correspondido presenciar la siguiente escena: el coach le habla a su dirigido acerca de los errores técnicos y tácticos cometidos durante el match, en cuanto el jugador sale derrotado de la cancha.
Estoy convencido que ese no es el momento más apropiado para abordar esos temas. Creo que ese instante se presta más para la contención emocional, que para el análisis de lo realizado en el court.
Todo a su tiempo.
Arturo Núñez del Prado / Profesor de Tenis / Periodista / arturondp@gmail.com