
2025-12-12
Columna de Arturo Núñez: “Reflexiones”
Cuando se intenta minimizar la labor de un coach, escucho frases como éstas: “¿Pero que hizo ese entrenador con Marcelo Ríos? ¡Si tuvo a un fuera de serie!”.
Lo que esa persona espera que se le responde es “nada”.
Pero lo cierto es que un entrenador aporta en diversos aspectos, no siempre visibles.
Sin embargo, ciñámonos a la parte técnica y táctica, y supongamos que al chileno su coach no le modificó ninguna arista de su juego.
De ser así, me parece un tremendo mérito el no haberle cambiado nada al ex número uno del mundo.
Ese coach dominó su ego por el bien del deportista, y se resistió a la tentación de modificarle algo para dejar “su sello” o “impronta” en Ríos, con lo que pudo arruinarle el juego.
Y como no le hizo nada, para muchos no tiene ningún mérito, en circunstancias que yo opino todo lo contrario.
No arruinar algo ostenta tanto a más valor, que crearlo.
Está lleno de casos de gente que gana un premio en dinero y lo invierte mal; individuos que heredan una empresa y la llevan a la quiebra, o sujetos que reciben una cuantiosa herencia y la dilapidan en fiestas.
Por lo tanto, no arruinar algo no es tan fácil como se asegura de manera temeraria.
Hace un tiempo, afirmé que extrañaba la época en que había pasadores de pelotas en los clubes.
Y varias personas me miraron con cara de desaprobación.
Es probable que hayan pensado que soy un jugador cómodo, que detesta recoger las pelotas.
Lo que no les expliqué es que recordé a los pasapelotas, no porque hoy no pueda recogerlas yo mismo, sino debido a que era una forma que muchos niños que no tenían otra posibilidad de lograrlo, se acercaran al tenis.
No era poco común que lo pasadores se transformaran en raqueteadores, que jugaban con los socios.
Unos cuantos aprendían a jugar muy bien, y luego se dedicaban a dar clases para ganarse la vida.
Otros se convertían en grandes jugadores, quienes en ciertos casos representaron a Chile en Copa Davis.
Incluso, existía un torneo exclusivo para ellos, llamado Efraín “Viruta” González.
Muchos pasapelotas jamás imaginaron que el tenis les daría oportunidades insospechadas.
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